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Una Forja de Valor
Morgan Rice


Reyes y Hechiceros #4
Una fantasía llena de acción que le encantará a los fans de las otras novelas de Morgan Rice, igual que a los fans de obras como The Inheritance Cycle de Christopher Paolini… Los fans de Ficción para Jóvenes Adultos devorarán este último trabajo de Rice y rogarán por más. The Wanderer, A Literary Journal (sobre El Despertar de los Dragones) ¡Las series Bestselling #1, con más de 400 calificaciones de cinco estrellas en Amazon! UNA FORJA DE VALOR es el libro #4 en la serie de fantasía épica bestselling de Morgan Rice REYES Y HECHICEROS (que inicia con EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES como descarga gratuita) ! En UNA FORJA DE VALOR, Kyra regresa lentamente de las garras de la muerte al ser curada por el amor y el poder misterioso de Kyle. Mientras él se sacrifica por ella, ella recupera sus fuerzas; aunque no sin un precio. Ella presiona a Alva para que le diga el secreto de su linaje y él finalmente le revela todo acerca de su madre. Con una oportunidad de encontrar la fuente de su poder, Kyra debe tomar una decisión crucial: completar su entrenamiento o viajar para salvar a su padre que se encuentra en el calabozo de la capital esperando su ejecución. Aidan, con Motley a su lado, también intenta rescatar a su padre que se encuentra en la peligrosa capital, mientras que en la otra esquina del reino, Merk, sorprendido por lo que descubre en la Torre de Ur, se prepara para una masiva invasión de troles. Con la torre rodeada, debe pelear con sus compañeros Observadores para defender la reliquia más preciada del reino. Dierdre se enfrenta a una completa invasión Pandesiana en su ciudad asediada de Ur. Con su preciosa ciudad destruida, ella tiene que elegir entre escapar o realizar un último acto heroico de defensa. Mientras tanto, Alec está en el mar con su enigmático nuevo amigo navegando hacia una tierra que no conoce, una incluso más misteriosa que su compañero. Aquí es donde finalmente conoce su destino; y descubre la última esperanza de Escalon. Con su fuerte atmósfera y complejos personajes, UNA FORJA DE VALOR es una dramática saga de caballeros y guerreros, de reyes y señores, de honor y valor, de magia, destino, monstruos y dragones. Es una historia de amor y corazones rotos, de decepción, ambición y traición. Es una excelente fantasía que nos invita a un mundo que vivirá en nosotros para siempre, uno que encantará a todas las edades y géneros. El libro #5 de REYES Y HECHICEROS se publicará pronto. Si pensaste que ya no había razón para vivir después de terminar de leer la serie El Anillo del Hechicero, te equivocaste. Morgan Rice nos presenta lo que promete ser otra brillante serie, sumergiéndonos en una fantasía de troles y dragones, de valor, honor, intrepidez, magia y fe en tu destino. Morgan ha logrado producir otro fuerte conjunto de personajes que nos hacen animarlos en cada página. … Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores que aman la fantasía bien escrita. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre El Despertar de los Dragones)





Morgan Rice

Una Forja de Valor (Reyes y Hechiceros—Libro 4)




Morgan Rice

Morgan Rice tiene el #1 en Г©xito en ventas como el autor mГЎs exitoso de USA Today con la serie de fantasГ­a Г©pica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de once libros (y contando); de la serie #1 en ventas LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA, novela de suspenso post-apocalГ­ptica compuesta de dos libros (y contando); y de la nueva serie de fantasГ­a Г©pica REYES Y HECHICEROS, compuesta de cuatro libros (y contando). Los libros de Morgan estГЎn disponibles en audio y ediciones impresas, y las traducciones estГЎn disponibles en mГЎs de 25 idiomas.

¡TRANSFORMACIÓN (Libro #1 en El Diario del Vampiro), ARENA UNO (Libro #1 de la Trilogía de Supervivencia), LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1 en el Anillo del Hechicero) y EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Reyes y Hechiceros—Libro #1)  están todos disponibles como descarga gratuita!

A Morgan le encanta escucharte, asГ­ que por favor visita www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirte a la lista de email, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar el app gratuito, conocer las Гєltimas noticias, conectarte con Facebook y Twitter, ВЎy seguirla de cerca!



Elogios Dirigidos a Morgan Rice

“Si pensaste que ya no había razón para vivir después de terminar de leer la serie El Anillo del Hechicero, te equivocaste. En EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES Morgan Rice nos presenta lo que promete ser otra brillante serie, sumergiéndonos en una fantasía de troles y dragones, de valor, honor, intrepidez, magia y fe en tu destino. Morgan ha logrado producir otro fuerte conjunto de personajes que nos hacen animarlos en cada página.… Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores que aman la fantasía bien escrita.”



В В В В --Books and Movie Reviews
В В В В Roberto Mattos

“EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES funciona desde el principio…. Una fantasía superior…Inicia, como debe, con los problemas de una protagonista y se mueve de manera natural hacia un más amplio circulo de caballeros, dragones, magia y monstruos, y destino.… Todo lo que hace a una buena fantasía está aquí, desde soldados y batallas hasta confrontaciones con uno mismo….Un campeón recomendado para los que disfrutan de libros de fantasía épica llenos de poderosos y creíbles protagonistas jóvenes adultos.”



В В В В --Midwest Book Review
В В В В D. Donovan, Comentarista de eBooks

“Una fantasía llena de acción que satisfará a los fans de las novelas anteriores de Morgan Rice, junto con fans de trabajos tales como THE INHERITANCE CYCLE de Christopher Paolini…. Los fans de Ficción para Jóvenes Adultos devorarán este trabajo más reciente de Rice y pedirán aún más.”



В В В В --The Wanderer,A Literary Journal (sobre El Despertar de los Dragones)

“Una fantasía con espíritu que une elementos de misterio e intriga en su historia. A Quest of Heroes se trata del desarrollo de la valentía y sobre tener un propósito en la vida que llega al crecimiento, madurez, y excelencia… Para los que buscan aventuras fantásticas sustanciosas, los protagonistas, dispositivos y acciones proporcionan un vigoroso conjunto de encuentros que se enfocan bien en la evolución de Thor de un niño soñador a un joven adulto enfrentándose a probabilidades imposibles de sobrevivir….Sólo el inicio de lo que promete ser una serie épica.”



В В В В --Midwest Book Review (D. Donovan, eBook Reviewer)

“EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para un éxito instantáneo: tramas, contratramas, misterio, valientes caballeros, y relaciones crecientes llenas de corazones rotos, decepción y traiciones. Te mantendrá entretenido por horas, y satisfará a todas las edades. Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores de fantasía.”



В В В В --Books and Movie Reviews, Roberto Mattos

“En este primer libro lleno de acción en la serie de fantasía épica el Anillo del Hechicero (que ya cuenta con 14 libros), Rice les presenta a los lectores a un joven de 14 años llamado Thorgrin "Thor" McLeod, cuyo sueño es unirse a la Legión de Plata, los caballeros de élite que sirven al Rey…. La escritura de Rice es sólida y la premisa intrigante.”



В В В В --Publishers Weekly



Libros de Morgan Rice

REYES Y HECHICEROS

EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)

EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2)

El PESO DEL HONOR (Libro #3)

UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)



EL ANILLO DEL HECHICERO

LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)

UNA MARCHA DE REYES (Libro #2)

UN DESTINO DE DRAGONES (Libro #3)

UN GRITO DE HONOR (Libro #4)

UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)

UNA POSICIГ“N DE VALOR (Libro #6)

UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)

UNA CONCESIГ“N DE ARMAS (Libro #8)

UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)

UN MAR DE ESCUDOS (Libro #10)

UN REINO DE ACERO (Libro #11)

UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)

UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)

UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)

UN SUEГ‘O DE MORTALES (Libro #15)

UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)

EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)



LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA

ARENA UNO: SLAVERSUNNERS (Libro #1)

ARENA DOS (Libro #2)



EL DIARIO DEL VAMPIRO

TRANSFORMACIГ“N (Libro # 1)

AMORES (Libro # 2)

TRAICIONADA (Libro # 3)

DESTINADA (Libro # 4)

DESEADA (Libro # 5)

COMPROMETIDA (Libro # 6)

JURADA (Libro # 7)

ENCONTRADA (Libro # 8)

RESUCITADA (Libro # 9)

ANSIADA (Libro # 10)

CONDENADA (Libro # 11)












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Derechos de autor В© 2015 por Morgan Rice

Todos los derechos reservados. Excepto como permitido bajo el Acta de 1976 de EU de Derechos de Autor, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida en ninguna forma o medio, o guardada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn, sin el permiso previo del autor.

Este ebook otorga licencia sГіlo para uso personal. Este ebook no puede ser revendido o pasado a otras personas. Si deseas compartir este libro con otra persona, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si estГЎs leyendo este libro pero no lo compraste, o si no fue comprado sГіlo para tu uso, por favor regrГ©salo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo duro de este autor.

Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, negocios, organizaciones, lugares, eventos, e incidentes son o producto de la imaginaciГіn del autor o usados de manera ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es completa coincidencia.

Jacket image Copyright St. Nick, usado bajo licencia de Shutterstock.com.



"El valor supera a los nГєmeros."

В В В В Flavius Vegetius Renatus
В В В В (Siglo cuarto)






CAPГЌTULO UNO


La puerta de la celda se cerrГі con fuerza y Duncan abriГі los ojos lentamente deseando nunca haberlo hecho. Su cabeza le palpitaba, un ojo estaba cerrado completamente y trataba de sacudirse el pesado sueГ±o. SintiГі un dolor agudo en su otro ojo mientras se apoyaba en la frГ­a roca. Piedra. Estaba tendido en una piedra hГєmeda y frГ­a. TratГі de sentarse, pero sintiГі un hierro que lo detenГ­a de muГ±ecas y tobillos e inmediatamente se dio cuenta: grilletes. Estaba en un calabozo.

Prisionero.

Duncan abriГі sus ojos todavГ­a mГЎs al escuchar el sonido de botas marchando que se acercaban y haciendo eco en la oscuridad. TratГі de ponerse alerta. El lugar estaba oscuro y las paredes de piedra sГіlo se iluminaban por el tenue resplandor de antorchas lejanas y un pequeГ±o resplandor de luz solar que entraba por una ventana a mucha altura. La pГЎlida luz se filtraba escueta y solitaria como si viniera de un mundo a millas de distancia. OyГі un goteo distante de agua, botas marchando, y apenas si podГ­a ver la forma de la celda. Era inmensa, con paredes de piedra arqueados, con muchas orillas oscuras que desaparecГ­an en la negrura.

Por sus aГ±os en la capital, Duncan supo inmediatamente dГіnde estaba: el calabozo real. Era a donde enviaban a los peores criminales del reino y a los enemigos mГЎs poderosos para que terminaran sus dГ­as o esperaran su ejecuciГіn. Duncan mismo habГ­a mandado a muchos hombres aquГ­ en los dГ­as de su servicio a peticiГіn del Rey. SabГ­a muy bien que este lugar era un sitio del que los prisioneros nunca salГ­an.

Duncan tratГі de moverse pero los grilletes no lo dejaron, y sintiГі cГіmo estos le cortaban las muГ±ecas y tobillos. Pero este era el menor de sus dolores; su cuerpo entero estaba punzante y adolorido, con tanto dolor que difГ­cilmente podГ­a detectar en dГіnde le dolГ­a mГЎs. SentГ­a como si lo hubieran golpeado miles de veces mientras una estampida de caballos pasaba sobre Г©l. Le dolГ­a el respirar y sacudiГі la cabeza tratando de que se le pasara. Pero no tuvo existo.

Mientras cerraba los ojos lamiendo sus secos labios, Duncan lo recordГі. La emboscada. ВїHabГ­a sido ayer? ВїO hace una semana? Ya no podГ­a recordarlo. HabГ­a sido traicionado y rodeado con promesas de un falso acuerdo. HabГ­a confiado en Tarnis, y Tarnis tambiГ©n habГ­a sido asesinado frente a sus ojos.

Duncan recordГі cГіmo sus hombres bajaban sus armas siguiendo su orden; recordГі ser detenido; y lo peor de todo, recordГі los asesinatos de sus hijos.

SacudiГі la cabeza una y otra vez mientras gritaba lleno de angustia, tratando inГєtilmente de quitarse las imГЎgenes de la cabeza. Se sentГі con su cabeza en las manos y los codos en las rodillas, suspirando al pensarlo. ВїCГіmo es que habГ­a sido tan estГєpido? Kavos se lo habГ­a advertido pero Г©l no lo habГ­a escuchado, habГ­a sido tontamente optimista al pensar que serГ­a diferente esta vez y que podrГ­a confiar en los nobles. Y por esto habГ­a guiado a sus hombres a una trampa, hacia el nido de vГ­boras.

Duncan se odiaba a sГ­ mismo mГЎs de lo que podГ­a reconocer. Su Гєnico pesar era que seguГ­a vivo, que no habГ­a muerto junto con sus hijos y junto con los otros a los que habГ­a decepcionado.

Las pisadas se escucharon mГЎs cerca y Duncan mirГі a travГ©s de la oscuridad. Lentamente emergiГі la silueta de un hombre que bloqueaba la fuente de luz, acercГЎndose hasta que estuvo a unos pies de distancia. Duncan se sorprendiГі al reconocer la forma del rostro del hombre. El hombre, claramente reconocible por su ropaje aristocrГЎtico, tenГ­a la misma apariencia extravagante que cuando le habГ­a pedido a Duncan el reinado y cuando habГ­a traicionado a su padre. Enis. El hijo de Tarnis.

Enis se arrodillГі frente a Duncan con una sonrisa burlona y de victoria en su rostro, con su larga cicatriz vertical en su oreja claramente visible mientras observaba con sus ojos vacГ­os. Duncan sintiГі un gran repudio y un deseo ardiente de venganza. ApretГі los puГ±os deseando lanzarse contra el muchacho, hacerlo pedazos con sus propias manos, a este muchacho que habГ­a sido responsable de la muerte de sus hijos y el encarcelamiento de sus hombres. Los grilletes eran lo Гєnico que quedaba en el mundo evitando que lo matara.

“La vergüenza de hierro,” dijo Enis sonriendo. “Aquí estoy arrodillado a unas pulgadas de ti y ni siquiera puedes tocarme.”

Duncan lo mirГі deseando poder hablar, pero estaba muy exhausto para formar palabras. Su garganta y sus labios estaban muy secos y necesitaba conservar energГ­a. Se preguntaba cuГЎntos dГ­as habГ­an pasado desde que habГ­a tomado algo de agua y cuГЎnto tiempo llevaba aquГ­ abajo. De todos modos, esta sabandija no merecГ­a escuchar sus palabras.

Enis habГ­a bajado por una razГіn; claramente deseaba algo. Duncan no tenГ­a ilusiones falsas: sabГ­a que, sin importar lo que tuviera que decir el muchacho, su ejecuciГіn estaba cerca. Al final de cuentas era lo que Г©l deseaba. Ahora que sus hijos estaban muertos y sus hombres encarcelados, ya no quedaba nada mГЎs para Г©l en este mundo, ninguna manera de escapar de la culpa.

“Tengo curiosidad,” dijo Enis con voz astuta. “¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente haber traicionado a todos los que conoces y amas y que confiaban en ti?”

Duncan sintiГі que su furia se encendГ­a. Incapaz de seguir guardando silencio, juntГі fuerzas de alguna manera para empezar a hablar.

“No traicioné a nadie,” alcanzó a decir con una voz grave y áspera.

“¿No?” replicó Enis claramente disfrutándolo. “Ellos confiaron en ti. Tú los llevaste directo a una emboscada y a rendirse. Les quitaste lo último que tenían: su orgullo y honor.”

Duncan enfurecГ­a con cada respiraciГіn.

“No,” respondió finalmente después de un largo y pesado silencio. “Tú eres el que hizo eso. Yo confié en tu padre y él confió en ti.”

“Confianza,” rio Enis. “Que concepto tan ingenuo. ¿Realmente arriesgarías la vida de hombres por confianza?”

Rio de nuevo mientras Duncan se encendГ­a.

“Los líderes no confían,” continuó. “Los líderes dudan. Ese es su trabajo, ser escépticos por el bien de sus hombres. Los comandantes protegen a hombres en la batalla, pero los líderes deben proteger a hombres de la traición. Tú no eres un líder. Les fallaste a todos.”

Duncan respirГі profundamente. Parte de Г©l no podГ­a evitar reconocer que Enis tenГ­a razГіn, aunque odiaba admitirlo. Les habГ­a fallado a sus hombres y este era el peor sentimiento de su vida.

“¿Para esto has venido?” respondió Duncan finalmente. “¿Para festejar tu traición?”

El muchacho sonriГі de manera espantosa y maligna.

“Ahora tú eres mi súbdito,” dijo él. “Yo soy tu nuevo Rey. Puedo ir a cualquier parte en cualquier momento que lo desee, por cualquier razón o por ninguna razón. Tal vez simplemente me guste mirarte tirado en el calabozo completamente roto.”

Duncan sintiГі un dolor al respirar y apenas si podГ­a contener su ira. Deseaba lastimar a este hombre mГЎs que a cualquier otro que hubiera conocido.

“Dime,” dijo Duncan deseando lastimarlo. “¿Cómo se sintió asesinar a tu padre?”

La expresiГіn de Enis se endureciГі.

“Ni la mitad de bien de lo que se sentirá el verte morir en la horca,” respondió.

“Entonces hazlo ahora,” dijo Duncan deseándolo.

Pero Enis sonriГі y negГі con la cabeza.

“No será tan fácil para ti,” respondió. “Primero te miraré sufrir. Quiero que primero veas lo que le pasará a tu amado país. Tus hijos están muertos. Tus comandantes están muertos. Anvin y Durge y todos tus hombres en la Puerta del Sur están muertos. Millones de Pandesianos han invadido tu nación.”

El corazГіn de Duncan se desplomГі con las palabras del muchacho. Parte de Г©l se preguntaba si esto serГ­a un engaГ±o, aunque habГ­a sentido que era verdad. Cada palabra lo hacГ­a sentir hundirse mГЎs en la tierra.

“Todos tus hombres están encarcelados y Ur está siendo bombardeada por mar. Así que como vez, has fallado miserablemente. Escalon está peor que como estaba antes, y tú eres el único culpable.”

Duncan se estremeciГі furioso.

“¿Y cuánto pasará,” preguntó Duncan, “hasta que el gran opresor se voltee contra ti? ¿Realmente piensas que estarás exento y que escaparás de la furia de Pandesia? ¿Crees que te dejarán ser Rey y reinar como una vez lo hizo tu padre?”

Enis sonriГі ampliamente de manera resoluta.

“Sé que lo harán,” dijo.

Se acercГі mГЎs, tan cerca que Duncan pudo oler su mal aliento.

“Verás, hemos hecho un trato. Un trato muy especial para asegurar mi poder, un trato que ellos simplemente no pudieron rechazar.”

Duncan no se atreviГі a preguntar lo que era, pero Enis sonriГі y se acercГі mГЎs.

“Tu hija,” susurró.

Los ojos de Duncan despertaron.

“¿Realmente pensaste que podrías ocultarme su paradero?” presionó Enis. “Mientras hablamos, los Pandesianos están cada vez más cerca de ella. Y ese regalo garantizará mi lugar en el poder.”

Los grilletes de Duncan se estremecieron con su ruido haciendo eco en todo el calabozo mientras trataba con todas su fuerzas de liberarse y atacar, lleno de una desesperaciГіn que no podГ­a soportar.

“¿Para qué has venido?” preguntó Duncan decaído y con voz quebrada. “¿Qué quieres de mí?”

Enis sonriГі. GuardГі silencio por un largo rato hasta que finalmente suspirГі.

“Creo que mi padre deseaba algo de ti,” dijo lentamente. “Él no te habría llamado ni hubiera accedido al trato a menos que fuera así. Él te ofreció una gran victoria con los Pandesianos; y a cambio él te pidió algo. ¿Qué? ¿Qué fue? ¿Qué secreto escondía?”

Duncan lo mirГі con resoluciГіn y sin que ya nada le importara.

“Tu padre sí deseaba algo,” dijo restregándoselo. “Algo honorable y sagrado. Algo que sólo me pudo confiar a mí. No a su propio hijo. Ahora sé por qué.”

Enis se burlГі enrojeciГ©ndose.

“Si mis hombres murieron por algo,” continuó Duncan, “fue por este honor y confianza, una que yo nunca traicionaría. Debido a esto tú nunca lo sabrás.”

El semblante de Enis se oscureciГі y Duncan sintiГі placer al ver que lo habГ­a enfurecido.

“¿Seguirás guardando los secretos de mi padre muerto, el hombre que te traicionó a ti y a tus hombres?”

“Tú me traicionaste,” lo corrigió Duncan, “él no. Él era un hombre bueno que una vez cometió un error. Pero tú, por otro lado, no eres nada. Eres una simple sombra de tu padre.”

Enis frunciГі el ceГ±o. Lentamente se puso de pie y se agachГі escupiendo al lado de Duncan.

“Me dirás lo que él quería,” insistió. “Qué o a quién estaba tratando de ocultar. Si lo haces, tal vez sea misericordioso y te libere. Si no, no simplemente te llevaré yo mismo a la horca, también me aseguraré de que mueras de la forma más cruel posible. La elección es tuya y no hay marcha atrás. Piénsalo bien, Duncan.”

Enis se volteГі para irse, pero Duncan lo llamГі.

“Te daré mi respuesta ahora si lo deseas,” replicó Duncan.

Enis se dio la vuelta con una mirada de satisfacciГіn en su rostro.

“Elijo la muerte,” respondió él y, por primera vez, logró sonreír. “Después de todo, la muerte no es nada comparada con el honor.”




CAPГЌTULO DOS


Dierdre, limpiГЎndose el sudor de la frente mientras trabajaba en la forja, se erguiГі al verse sorprendida por un ruido estruendoso. Era un sonido familiar, uno que la habГ­a puesto en alerta, uno que se elevГі sobre los martillos golpeando los yunques. Todos los hombres y mujeres a su alrededor tambiГ©n se detuvieron, bajaron sus armas incompletas y miraron hacia afuera confundidos.

Se escuchГі una vez mГЎs como si fuera un trueno traГ­do por el viento, escuchГЎndose como si la mismГ­sima tierra se estuviera partiendo en dos.

DespuГ©s una vez mГЎs.

Dierdre finalmente lo identificГі: campanas de hierro. Sonaban y creaban terror en su corazГіn mientras golpeaban una y otra vez haciendo eco por la ciudad. Eran campanas de advertencia, de peligro; campanas de guerra.

Toda la gente de Ur se apresurГі dejando sus actividades y deseosos de ver lo que sucedГ­a. Dierdre era la primera entre ellos junto con sus chicas, acompaГ±adas de Marco y todos sus amigos, y salieron juntos por en medio de las calles llenas de ciudadanos consternados, todos corriendo hacia los canales para tener una mejor vista. Dierdre miraba hacia todos lados esperando ver la ciudad llena de barcos y soldados anunciados por las campanas. Pero no encontrГі nada.

Confundida, se dirigiГі a las grandes torres de vigilancia colocadas a la orilla del Mar de los Lamentos deseando poder ver mejor.

“¡Dierdre!”

Se volteГі y mirГі a su padre y a sus hombres corriendo hacia las torres tambiГ©n, todos deseando tener una vista despejada hacia el mar. Las cuatro torres sonaban frenГ©ticamente, algo que nunca habГ­a pasado antes, como si la muerte misma se acercara a la ciudad.

Dierdre se puso al lado de su padre mientras corrГ­an, bajando calles y subiendo una serie de escalones de piedra hasta que finalmente llegaron a la cima del muro de la ciudad en la orilla del mar. Se detuvo a su lado impactada por lo que estaba frente a ella.

Era como si su peor pesadilla se hiciera realidad, algo que habГ­a deseado nunca presenciar en toda su vida: el mar completo, hasta donde alcanzaba el horizonte, estaba totalmente negro. Los barcos negros de Pandesia, tan juntos que no dejaban ver el agua, parecГ­an extenderse por el todo el mundo. Y lo peor era que juntos se avalanzaban con fuerza amenazante sobre la ciudad.

Dierdre se quedГі congelada al ver la muerte que se avecinaba. No habГ­a manera de que pudieran defenderse de una flota de tal tamaГ±o, ni con simples cadenas ni con sus espadas. Cuando los primeros barcos llegaran a los canales, tal vez podrГ­an ponerlos en cuello de botella y retrasarlos. Tal vez lograrГ­an matar a cientos o incluso miles de soldados; pero no a los millones que vio delante de ella.

Dierdre sintiГі su corazГіn partirse en dos al ver que su padre y sus hombres compartГ­an el mismo silencio de pГЎnico en sus rostros. Su padre puso un rostro valiente frente a sus hombres, pero ella lo conocГ­a. PodГ­a ver el fatalismo en sus ojos, el desvanecimiento de la luz en ellos. Era claro que todos miraban a sus futuras muertes, al final de su gran y antigua ciudad.

A su lado, Marco y sus amigos miraban aterrorizados pero al mismo tiempo con resoluciГіn y, como punto a favor, ninguno de ellos se echГі a correr. Ella buscГі entre el mar de rostros a Alec, pero se desconcertГі al no encontrarlo en ninguna parte. Se preguntaba a dГіnde habГ­a ido. ВїSerГ­a acaso que habГ­a huido?

Dierdre se quedГі firme y apretГі su espada con mГЎs fuerza. SabГ­a que la muerte vendrГ­a por ellos; pero nunca pensГі que vendrГ­a tan pronto. Pero ella ya no correrГ­a de nadie mГЎs.

Su padre se girГі hacia ella y la tomГі de los hombros con urgencia.

“Debes abandonar la ciudad,” le ordernó.

Dierdre vio el amor paternal en sus ojos y esto la conmoviГі.

“Mis hombres te acompañarán,” añadió. “Ellos pueden llevarte lejos de aquí. ¡Vete ahora! Y no me olvides.”

Dierdre tuvo que limpiarse una lГЎgrima al ver a su padre mirarla con tanto amor; pero negГі con la cabeza y se quitГі las manos de encima de ella.

“No, Padre,” dijo ella. “Esta es mi ciudad y yo moriré a tu—”

Pero antes de que pudiera terminar sus palabras, una aterradora explosiГіn llenГі el aire. Al principiГі se confundiГі pensando que era otra camapana, pero despuГ©s se dio cuenta; disparos de caГ±ones. Y no sГіlo un caГ±Гіn, sino cientos de ellos.

La onda de choque hizo que Dierdre perdiera el equilibrio, cortando por en medio de la atmГіsfera con tal fuerza que sintiГі que sus oГ­dos se partГ­an en dos. Entonces se ollГі el silbido agudo de bolas de caГ±Гіn, y al mirar hacia el mar, sintiГі una oleada de pГЎnico al ver cientas de inmensas bolas de caГ±Гіn como calderos de hierro en el cielo que se elevaban y dirigГ­an directamente hacia su amada ciudad.

A esto le siguiГі un sonido peor que el anterior: el sonido de hierro aplastado la piedra. El mismГ­simo aire se estremeciГі con una explosiГіn tras otra. Dierdre se estremeciГі y cayГі mientras todo a su alrededor los grandes edificios de Ur, obras maestras de arquitectura, monumentos que habГ­an durado miles de aГ±os, eran destruidos. Estos edificios de piedra de diez pies de grosor, iglesias, torres de vigilancia, fortificaciones, murallas; todos eran despedazados por las bolas de caГ±Гіn. Se desplomaron frente a sus ojos.

Entonces hubo una avalancha de escombros mientras los edificios caГ­an uno tras otro.

El verlo era enfermizo. Mientras Dierdre rodaba en el suelo, vio una torre de piedra de cien pies empezar a caer. No pudo hacer nada mГЎs que ver como cientos de personas bajo ella gritaban aterrorizadas mientras la torre de piedra caГ­a sobre ellas.

A esto le siguiГі otra explosiГіn.

Y una mГЎs.

Y otra mГЎs.

Todo a su alrededor edificios explotaban y caГ­an, aplastando a miles de personas en olas de grandes esocombros y polvo. Rocas rodaban por la ciudad mientras los edificios chocaban uno contra otro, derrumbГЎndose al desplomarse sobre el suelo. Y aГєn asГ­ las bolas de caГ±Гіn seguГ­an viniendo, atravesando un edificio tras otro y convirtiendo esta mГЎgnifica ciudad en un montГіn de escombros.

Dierdre finalmente pudo ponerse de pie. MirГі confundida hacia los lados y entre las nubes de polvo vio montones de cuerpos en las calles y charcos de sangre, como si la ciudad entera hubiera sido arrasada en un instante. VolteГі hacia el mar y vio a mil barcos mГЎs esperando atacar, y entonces se dio cuenta que toda su planeaciГіn habГ­a sido en vano. Ur ya estaba destruida y los barcos ni siquiera habГ­an llegado a la orilla. ВїAhora de quГ© les servirГ­an todas esas armas y cadenas con picos?

Dierdre escuchГі gemidos y vio a uno de los valientes hombres de su padre, un hombre al que ella apreciaba, morir a unos cuantos pies de ella aplastado por una pila de escombros que habrГ­a caГ­do sobre ella si ella no hubiera tropezado y caГ­do. Quiso ir a ayudarlo cuando el aire de nuevo se estremeciГі con mГЎs caГ±onazos.

Y despuГ©s mГЎs.

A esto le siguieron los silbidos y las explosiones y los edificios derrumbГЎndose. Los escombros se apilaron mГЎs altos y mГЎs personas murieron, mientras ella caГ­a una vez mГЎs con un muro de piedra colapsГЎndose a su lado y casi aplastГЎndola.

Entonces los disparos se detuvieron y Dierdre se puso de pie. Una pared de piedra ahora bloqueaba su vista al mar, pero ella sintiГі que los Pandesianos ya estaban cerca de la playa y que por esto habГ­an cesado los disparos. HabГ­a grandes nubes de polvo en el aire y, en medio del silencio aterrador, no hubo nada mГЎs que los gemidos a su alrededor. MirГі a Marco a su lado que gritaba con desesperaciГіn mientras trataba de liberar el cuerpo atrapado de uno de sus amigos. Dierdre vio hacia abajo y supo que el muchacho ya estaba muerto, aplastado por un muro que antes habГ­a sido de un templo.

Se volteГі recordando a las chicas y se sintiГі devastada al ver que varias de ellas tambiГ©n habГ­an muerto. Pero tres de ellas sobrevivieron, y ahora trataban sin lograrlo de salvar a las otras.

Entonces se escuchГі el grito de los Pandesianos en la playa que se abalanzaban sobre Ur. Dierdre pensГі en la oferta de su padre y sabГ­a que sus hombres todavГ­a podrГ­an sacarla de ahГ­. SabГ­a que quedarse aquГ­ significarГ­a su muerte; pero eso era lo que deseaba. No correrГ­a.

A su lado su padre, con un corte en la frente, se levantГі del escombro, sacГі su espada, y guio a sus hombres valientemente en un ataque. Ella se sintiГі orgullosa al ver que iba a encontrarse con el enemigo. Ahora serГ­a una pelea a pie, y cientos de hombres se juntaron detrГЎs de Г©l con tal valentГ­a que ella se llenГі de orgullo.

Ella los siguiГі sacando su espada y escalando las grandes rocas delante de ella, lista para pelear a su lado. Mientras llegaba a la cima, se detuvo impactada por lo que vio frente a ella: miles de soldados Pandesianos con su armadura amarillo y azul llenaban la playa y se lanzaban sobre las pilas de escombro. Estos hombres estaban bien entrenados, bien armados y descansados; a diferencia de los hombres de su padre que apenas eran unos cuantos cientos, con armas simples y todos ya heridos.

SabГ­a que serГ­a una masacre.

Pero aun asГ­ su padre no se detuvo. Ella nunca habГ­a estado tan orgullosa de Г©l como lo estaba en este momento. AhГ­ estaba Г©l, orgulloso, con sus hombres a su lado y listo para entrar en batalla aunque esto seguramente significarГ­a su muerte. Para ella, esta era la encarnaciГіn misma del valor.

Antes de bajar, Г©l se dio la vuelta y mirГі a Dierdre con una mirada de amor. HabГ­a una mirada de despedida en sus ojos, como si supiera que esta era la Гєltima vez que la miraba. Dierdre estaba confundida; su espada estaba en su mano y ella estaba lista para atacar junto a Г©l. ВїPor quГ© se despedГ­a de ella ahora?

De repente sintiГі unas manos fuertes que la tomaban por detrГЎs, sintiГі que la jalaban hacia atrГЎs y se volteГі para ver a dos de los comandantes de confianza de su padre. Un grupo de hombres tambiГ©n tomaron a las otras tres chicas y a Marco y sus amigos. Ella peleГі y protestГі, pero fue en vano.

“¡Déjenme ir!” gritaba.

Ellos ignoraban sus protestas mientras la arrastraban, claramente siguiendo las Гіrdenes de su padre. AlcanzГі a ver por Гєltima vez a su padre antes de bajar por el montГіn de escombros.

“¡Padre!” gritó.

SintiГі que se partГ­a en dos. Justo cuando sentГ­a admiraciГіn por el padre que amaba otra vez, ella estaba siendo alejada de Г©l. Deseaba desesperadamente estar con Г©l. Pero Г©l ya se habГ­a ido.

Dierdre sintiГі cГіmo la arrojaban en un pequeГ±o bote mientras los hombres inmediatamente empezaban a remar por el canal alejГЎndose del mar. El bote girГі una y otra vez por los canales dirigiГ©ndose hacia una abertura secreta en el muro. Delante de ellos se distinguiГі un pequeГ±o arco de piedra, y Dierdre inmediatamente reconociГі a dГіnde iban: el rГ­o subterrГЎneo. Era una corriente salvaje del otro lado del muro y esta los llevarГ­a muy lejos de la ciudad. SaldrГ­an a muchas millas de distancia de aquГ­ seguros en el campo.

Todas las chicas se voltearon a verla como preguntГЎndose quГ© deberГ­an hacer. Dierdre tomГі una decisiГіn inmediata. Ella pretendiГі aceptar el plan para que todas ellas continuaran. QuerГ­a que todos escaparan de este lugar.

Dierdre esperГі hasta el Гєltimo momento y, justo antes de que entraran, saltГі del bote cayendo en las aguas del canal. Para su sorpresa, Marco la mirГі y saltГі tambiГ©n. Esto dejГі a los dos solos flotando en el canal.

“¡Dierdre!” gritaron los hombres de su padre.

Se voltearon para tratar de tomarla, pero fue muy tarde. Lo habГ­a hecho en el momento perfecto y ellos ya estaban en las fuertes corrientes que se llevaban el bote.

Dierdre y Marco se dieron la vuelta y nadaron rГЎpidamente hacia un bote abandonado subiГ©ndose a este. Se sentaron escurriendo agua y se miraron el uno al otro, ambos respirando agitadamente.

Dierdre mirГі hacia atrГЎs hacia el centro de Ur en donde habГ­a sido separada de su padre. Se dirigirГ­a a ese lugar, ahГ­ y a ninguna otra parte, incluso si esto significaba su muerte.




CAPГЌTULO TRES


Merk estaba en la entrada de la cГЎmara secreta en el piso mГЎs alto de la Torre de Ur, con Pult, el traidor, yaciendo muerto a sus pies mientras miraba hacia la resplandeciente luz. Apenas si podГ­a creer lo que miraba por la puerta entreabierta.

Estaba en la cГЎmara sagrada del piso mГЎs protegido, la Гєnica habitaciГіn diseГ±ada para guardar y proteger la Espada de Fuego. La puerta estaba tallada con la insignia de la espada y las paredes de piedra estaban talladas con la misma insignia tambiГ©n. Era este cuarto y sГіlo este cuarto al que el traidor querГ­a llegar para robar la reliquia mГЎs sagrada del reino. Si Merk no lo hubiera atrapado y matado, no podГ­a imaginarse en dГіnde estarГ­a la espada ahora.

Mientras Merk observaba la habitaciГіn con sus lisas paredes de piedra en forma circular, empezГі a ver que ahГ­, en el centro, estaba una plataforma dorada con una antorcha encendida debajo de ella y una base de acero en la parte superior, claramente diseГ±ada para sostener la Espada. Pero mientras observaba, no podГ­a entender lo que vio.

La base estaba vacГ­a.

ParpadeГі tratando de entender. ВїYa habГ­a robado la Espada el ladrГіn? No, el hombre estaba muerto a sus pies. Esto sГіlo podГ­a significar una cosa.

Esta torre, la sagrada Torre de Ur, era sГіlo un seГ±uelo. Todo ello, la habitaciГіn y la torre, eran un seГ±uelo. La Espada de Fuego no estaba aquГ­. Nunca habГ­a estado aquГ­.

Pero si no, Вїentonces dГіnde podrГ­a estar?

Merk se quedГі de pie horrorizado y sin poder moverse. PensГі en todas las leyendas que conocГ­a sobre la Espada de Fuego. RecordГі escuchar acerca de las dos torres, la Torre de Ur en la esquina noroeste del reino, y la Torre de Kos en la sudeste, cada una en extremos opuestos del reino y haciendo contrapeso entre sГ­. SabГ­a que sГіlo una de ellas guardaba la Espada. Pero aun asГ­ Merk siempre habГ­a asumido que esta torre, la Torre de Ur, era la elegida. Todos en el reino asГ­ lo creГ­an; todos hacГ­an sus peregrinajes hacia esta torre y las leyendas siempre parecГ­an seГ±alar a Ur. DespuГ©s de todo, Ur estaba en el continente y cerca de la capital, cerca de una gran y antigua ciudad; mientras Kos estaba la final del Dedo del Diablo, una ubicaciГіn remota sin ningГєn significado y cerca de nada.

TenГ­a que estar en Kos.

Merk se quedГі impactado y lentamente se dio cuenta: Г©l era el Гєnico en el reino que conocГ­a la ubicaciГіn correcta de la Espada. Merk no sabГ­a quГ© secretos o tesoros contenГ­a la Torre de Ur, si es que contenГ­a alguno, pero sabГ­a con certeza que no guardaba la Espada de Fuego. Se sintiГі decepcionado. HabГ­a descubierto lo que se suponГ­a no debГ­a saber: que Г©l y todos los demГЎs soldados aquГ­ estaban protegiendo en vano. Era informaciГіn que los Observadores no debГ­an conocer; pues esto por supuesto los desmoralizarГ­a. DespuГ©s de todo, Вїa quiГ©n le gustarГ­a proteger una torre vacГ­a?

Ahora que Merk conocГ­a la verdad, sintiГі un ardiente deseo de huir de este lugar, de dirigirse a Kos para proteger la Espada. DespuГ©s de todo, Вїpor quГ© se quedarГ­a aquГ­ a cuidar paredes vacГ­as?

Merk era un hombre simple que odiaba los acertijos mГЎs que cualquier otra cosa, y todo esto le dio un gran dolor de cabeza, haciendo que aparecieran mГЎs preguntas que respuestas. ВїQuiГ©n mГЎs conocerГ­a esto? Merk se preguntaba. ВїLos Observadores? Seguramente algunos de ellos debГ­an saberlo. Si lo sabГ­an, ВїcГіmo era posible que tuvieran la disciplina para proteger un seГ±uelo todos los dГ­as? ВїEra todo esto parte de su trabajo, de su deber sagrado?

Ahora que lo sabГ­a, ВїquГ© deberГ­a hacer? Ciertamente no les podrГ­a decir a los otros. Esto les quitarГ­a el ГЎnimo. Tal vez ni siquiera le creerГ­an y pensarГ­an que Г©l habГ­a robado la Espada.

ВїY quГ© es lo que harГ­a con el cuerpo muerto del traidor? Y si este traidor estaba tratando de robar la Espada, ВїhabГ­a alguien mГЎs intentГЎndolo? ВїHabГ­a actuado solo? ВїY cuГЎl era su motivo para tratar de robarla? ВїA dГіnde la llevarГ­a?

Mientras estaba de pie tratando de descubrirlo todo, de repente se estremeciГі al escuchar el estruendoso sonido de campanas apenas encima de su cabeza, sonando como si estuvieran en esta misma habitaciГіn. Se escuchaban tan urgentes y apremiantes que no podГ­a entender de dГіnde venГ­an; hasta que se dio cuenta que la campana de la torre, en el techo, estaba apenas encima de Г©l. La habitaciГіn se estremeciГі con el sonido y no pudo pensar claramente. DespuГ©s de todo, su urgencia daba a entender que estas eran campanadas de guerra.

Una conmociГіn de repente apareciГі en todas partes de la torre. Merk pudo escuchar el alboroto distante como si todos estuvieran preparГЎndose. TenГ­a que saber quГ© estaba pasando; podrГ­a volver a este dilema despuГ©s.

Merk hizo el cuerpo a un lado, cerrГі la puerta completamente, y corriГі fuera de la habitaciГіn. CorriГі hacia el pasillo y vio a docenas de soldados apresurГЎndose subiendo las escaleras, todos con espada en mano. Al principio se preguntГі si venГ­an por Г©l, pero entonces volteГі hacia arriba y vio a mГЎs soldados subiendo; entonces se dio cuenta de que iban al techo.

Merk se uniГі a ellos apurГЎndose por las escaleras, saliendo por el techo en medio del ensordecedor sonido de las campanas. Se apresurГі hacia la orilla de la torre y mirГі hacia afuera quedando impactado por lo que vio. Su corazГіn se desplomГі al ver en la distancia el Mar de los Lamentos cubierto de negro, con un millГіn de barcos llegando a la ciudad de Ur en la distancia. Pero la flota parecГ­a no dirigirse hacia la Torre de Ur, que estaba a un dГ­a de cabalgata al norte de la ciudad, asГ­ que no habГ­a peligro inmediato. Merk se preguntГі por quГ© sonaban las campanas con tanta urgencia.

Entonces vio a los guerreros voltear hacia la direcciГіn opuesta. Г‰l tambiГ©n se dio la vuelta y lo vio: ahГ­, saliendo del bosque, estaba una banda de troles. A estos les seguГ­an mГЎs troles.

Y despuГ©s mГЎs.

Hubo un gran ajetreo seguido de un rugido y, de repente, cientos de troles salieron del bosque gritando y avanzando, con sus alabardas en alto y sangre en sus ojos. Su lГ­der iba al frente, el trol conocido como Vesuvius, una bestia grotesca portando dos alabardas y con el rostro cubierto en sangre. Todos se agrupaban alrededor de la torre.

Merk inmediatamente se dio cuenta de que este no era un ataque de troles ordinario. ParecГ­a como si la naciГіn entera de Marda hubiera invadido. ВїCГіmo es que habГ­an pasado Las Flamas? se preguntaba. Claramente habГ­an venido buscando la Espada con el deseo de bajar Las Flamas. Merk pensГі en lo irГіnico que era, ya que la Espada no estaba aquГ­.

Merk entonces se dio cuenta de que la torre no resistirГ­a tal ataque. Era el fin.

Merk se sintiГі aterrado pero se preparГі para la que serГ­a su Гєltima batalla al verse rodeado. Todo alrededor los guerreros tomaban sus espadas y miraban hacia abajo con pГЎnico.

“¡HOMBRES!” gritó Vicor, el comandante de Merk. “¡A SUS POSICIONES!”

Los guerreros tomaron sus posiciones en las almenas y Merk inmediatamente se les uniГі apresurГЎndose hacia la orilla, tomando arco y flechas al igual que los otros, apuntando y disparando.

Merk vio con gusto cГіmo una de sus flechas atravesaba a uno de los troles en el pecho; pero, para su sorpresa, la bestia continuГі corriendo incluso con la flecha saliГ©ndole por la espalda. Merk disparГі otra vez encajando una flecha en el cuello de la bestia; pero aun asГ­, para su sorpresa, esta continuГі corriendo. DisparГі una tercera vez golpeando al trol en la cabeza, y esta vez el trol cayГі al suelo.

Merk se dio cuenta rГЎpidamente de que estos troles no eran oponentes ordinarios y de que no serГ­a tan fГЎcil derrotarlos. Sus probabilidades se hicieron mГЎs escasas. Pero el siguiГі disparando una y otra vez derribando a tantos troles como pudo. Sus compaГ±eros soldados disparaban tambiГ©n oscureciendo el sol con sus flechas, haciendo que los troles tropezaran y cayeran bloqueando el camino para los demГЎs.

Pero muchos siguieron pasando. Pronto llegaron a las gruesas murallas de la torre, levantaron sus alabardas, y las golpearon contra las puertas doradas tratando de derribarlas. Merk pudo sentir las vibraciones en sus pies, y esto lo hizo estremecerse.

El sonido del metal llenaba el aire mientras la naciГіn de troles golpeaba las puertas sin cesar. De alguna manera, Merk sintiГі alivio al ver que las puertas los detenГ­an. Incluso con cientos de troles golpeГЎndolas, las puertas, como por obra de magia, no se doblaron ni abollaron.

“¡ROCAS!” gritó Vicor.

Merk vio a los otros soldados apresurarse hacia unas rocas alineadas en la orilla, y Г©l se les uniГі mientras todos levantaban una. Juntos, Г©l y otros diez mГЎs lograron levantarla y empujarla por encima del muro. Merk se retorciГі y gimiГі por el esfuerzo, empujando con todas sus fuerzas hasta que todos la dejaron caer con un gran grito.

Merk se asomГі junto con los otros y vieron la roca caer con un silbido.

Los troles debajo voltearon hacia arriba, pero fue demasiado tarde. Esta aplastГі a un grupo de ellos dejando un gran crГЎter en la tierra junto a la torre. Merk ayudГі a los otros soldados mientras arrojaban rocas por toda la orilla de la torre, matando a cientos de troles y haciendo que el suelo se estremeciera con las explosiones.

Pero estos siguieron viniendo como una corriente interminable de troles avanzando desde el bosque. Merk vio que se acabaron las rocas; las flechas se acabaron tambiГ©n y los troles no daban seГ±ales de disminuir su ataque.

Merk de repente sintiГі algo pasar por su oreja y se volteГі para ver volar una lanza. MirГі hacia abajo sorprendido y vio a los troles levantando lanzas y arrojГЎndolas hacia las almenas. Se quedГі impactado; no tenГ­a idea de que tuvieran la fuerza para lanzar tan alto.

Vesuvius los guiaba levantando una lanza dorada y lanzando directamente hacia arriba, y Merk vio sorprendido cГіmo esta llegaba hasta la cima de la torre y errando gracias a que Г©l se agachГі. EscuchГі un gemido y vio como los otros soldados no fueron tan afortunados. Varios de ellos estaban de espaldas atravesados por lanzas y con sangre saliendo de sus bocas.

Y mГЎs preocupante aГєn fue escuchar un ajetreo proveniente del bosque cuando de este de repente saliГі rodando un ariete de hierro encima de una carreta con ruedas de madera. La multitud de troles abriГі camino mientras Vesuvius guiaba el ariete directo hacia las puertas.

“¡LANZAS!” gritó Vicor.

Merk corriГі junto con los otros hacia el montГіn de lanzas sabiendo mientras tomaba una que esta serГ­a su Гєltima lГ­nea de defensa. HabГ­a pensado que guardarГ­an estas hasta que los troles entraran en la torre y que estas les servirГ­an como Гєltima lГ­nea de defensa; pero al parecer el problema era apremiante. TomГі una, apuntГі y la lanzГі hacia abajo directo hacia Vesuvius.

Pero Vesuvius fue mГЎs rГЎpido de lo que parecГ­a y la esquivГі en el Гєltimo momento. La lanza de Merk golpeГі a otro trol en el muslo haciendo que el avance del ariete disminuyera. Los otros soldados tambiГ©n hicieron caer sus lanzas matando a los soldados que empujaban el ariete y deteniendo su progreso.

Pero tan pronto como los troles caГ­an, cien mГЎs aparecГ­an desde el bosque para reemplazarlos. Pronto el ariete estaba rodando otra vez. Simplemente eran demasiados y todos eran prescindibles. Esta no era la manera en que peleaban los humanos. Esta era una naciГіn de monstruos.

Merk retrocediГі para tomar otra lanza pero se decepcionГі al ver que no quedaba ninguna. Al mismo tiempo, el ariete llegГі a las puertas de la torre y varios troles ponГ­an tablones de madera sobre los crГЎteres para formar un puente.

“¡AVANCEN!” gritaba Vesuvius con una voz profunda y grave.

El grupo de troles avanzГі y empujГі el ariete hacia adelante. Un momento despuГ©s este golpeГі contra las puertas con tal fuerza que Merk sintiГі las vibraciones hasta allГЎ arriba. El temblor corriГі a travГ©s de sus tobillos haciendo que le lastimara los huesos.

Entonces se repitiГі una y otra vez haciendo que la torre se estremeciera, haciendo que Г©l y los otros se tambalearan. CayГі de manos y rodillas encima de un cuerpo, un compaГ±ero Observador, sГіlo para darse cuenta de que ya estaba muerto.

Merk escuchГі un silbido, sintiГі una oleada de viento y calor, y al ver hacia arriba no pudo comprender de quГ© se trataba: encimad de Г©l pasaba una roca encendida. HabГ­a explosiones todo alrededor mientras las rocas llameantes caГ­an encima de la torre. Merk se agachГі y se asomГі por la orilla viendo como docenas de catapultas eran disparadas desde abajo apuntando hacia el techo de la torre. A su alrededor los hombres estaban muriendo.

Otra roca encendida cayГі cerca de Merk, matando a dos Observadores con los que Merk ya tenГ­a cierta amistad, y mientras las llamas se extendГ­an, pudo sentir el calor en su espalda. Merk mirГі a su alrededor y vio que ya casi todos los hombres estaban muertos; entonces supo que ya no habГ­a mucho que pudiera hacer mГЎs que esperar a morir.

Merk sabГ­a que era ahora o nunca. Г‰l no caerГ­a de esta forma, atrapado en la cima de la torre esperando morir. CaerГ­a valientemente, sin miedo, enfrentГЎndose al enemigo cara a cara con una daga en su mano y matarГ­a a tantas criaturas como pudiera.

Merk gritГі fuertemente, alcanzГі la cuerda que estaba atada a la torre, y saltГі por la orilla. BajГі a toda velocidad dirigiГ©ndose hacia la naciГіn de troles y preparado para enfrentarse a su destino.




CAPГЌTULO CUATRO


Kyra miraba hacia el cielo sintiendo el mundo moverse sobre ella. Era el cielo mГЎs hermoso que ella habГ­a visto, de color morado oscuro, con suaves nubes blancas pasando por este, y radiante con la difusa luz solar. SintiГі que se movГ­a y escuchГі el gentil salpicar del agua a su alrededor. Nunca antes habГ­a tenido tal sensaciГіn de paz.

Recostada, Kyra volteГі hacia los lados y se quedГі sorprendida al ver que estaba flotando en un inmenso mar, sobre una balsa de madera y lejos de cualquier costa. Grandes olas movГ­an gentilmente la balsa arriba y abajo. SentГ­a como si se dirigiera al horizonte, hacia otro mundo y hacia otra vida. A un lugar de paz. Por primera vez en su vida habГ­a dejado de preocuparse del mundo; se sintiГі envuelta en los brazos del universo como si, finalmente, pudiera bajar la guardia y dejarse llevar sin temor a ningГєn daГ±o.

Kyra sintiГі otra presencia en la balsa y se levantГі sorprendida al ver a una mujer sentada. La mujer traГ­a ropas blancas y estaba envuelta en luz, con largo cabello dorado y ojos azules resplandecientes. Era la mujer mГЎs hermosa que Kyra jamГЎs habГ­a visto.

Kyra se quedГі perpleja al sentirse segura de que era su madre.

“Kyra, mi amor,” dijo la mujer.

La mujer le sonriГі con tal dulzura que hizo que el alma de Kyra se recobrara, y Kyra la mirГі con un sentimiento aГєn mГЎs profundo de paz. La voz resonГі dentro de ella y la hizo sentirse en paz con el mundo.

“Madre,” le respondió.

Su madre le extendiГі una mano casi transparente y Kyra se acercГі y la tomГі. El sentir su piel fue electrizante y, mientras la sostenГ­a, Kyra sintiГі como si parte de su alma estuviera siendo restaurada.

“Te he estado observando,” dijo ella. “Y estoy orgullosa. Más orgullosa de lo que te puedes imaginar.”

Kyra tratГі de enfocarse pero, al sentir el calor del abrazo de su madre, sintiГі como si estuviera dejando este mundo.

“¿Estoy muriendo, madre?”

Su madre la mirГі con ojos resplandecientes y apretГі su mano aГєn mГЎs.

“Ya es tu hora, Kyra,” le dijo. “Y aun así tu valentía ha cambiado tu destino. Tu valentía y mi amor.”

Kyra parpadeГі confundida.

“¿Es que no vamos a estar juntas?”

Su madre le sonriГі y Kyra sintiГі como su madre la soltaba lentamente y se alejaba. Kyra tuvo una oleada de miedo al sentir que su madre se iba y ahora para siempre. Kyra tratГі de sostenerse de ella, pero ella quitГі su mano y en vez de eso puso su mano en el estГіmago de Kyra. Kyra sintiГі un inmenso calor y amor cursando por ella, curГЎndola. Lentamente sintiГі cГіmo era restaurada.

“No dejaré que mueras,” respondió su madre. “Mi amor por ti es más fuerte que el destino.”

De repente, su madre desapareciГі.

En su lugar estaba un apuesto muchacho que la observaba con brillantes ojos grises y cabello lacio y largo, hipnotizГЎndola. Ella pudo sentir el amor en su mirada.

“Yo tampoco te dejaré morir, Kyra,” repitió él.

Г‰l se agachГі, puso su palma en el estГіmago de ella en el mismo lugar en el que su madre lo habГ­a hecho, y sintiГі un calor aГєn mГЎs intenso pasar por su cuerpo. Vio una luz blanca y, mientras sentГ­a el calor en su interior, sintiГі cГіmo volvГ­a a la vida apenas pudiendo respirar.

“¿Quién eres?” preguntó ella con su voz siendo apenas superior a un suspiro.

AhogГЎndose en el calor y la luz, ella no pudo evitar cerrar los ojos.

ВїQuiГ©n eres? hizo eco en su mente.

Kyra abriГі los ojos lentamente sintiendo una inmensa ola de paz y calma. VolteГі hacia los lados esperando aГєn estar en el ocГ©ano, ver el cielo y el agua.

En su lugar, oyГі el constante canto de insectos. Se dio la vuelta confundida y vio que estaba en el bosque. Estaba recostada en un claro sintiendo un intenso calor emanando de su estГіmago en el lugar en el que habГ­a sido apuГ±alada y vio cГіmo una mano se posaba sobre este. Era una bella mano pГЎlida igual a la de su sueГ±o que tocaba su estГіmago. Mareada, volteГі hacia arriba y se encontrГі con los hermosos ojos grises observГЎndola con tanta intensidad que parecГ­an brillar.

Kyle.

Г‰l se arrodillГі a su lado poniendo una mano en su frente y, mientras la tocaba, Kyra sintiГі cГіmo su herida se curaba lentamente y cГіmo regresaba a este mundo, casi como si Г©l la trajera de vuelta. ВїHabГ­a ella realmente visto a su madre? ВїHabГ­a sido real? SintiГі como si debiera estar muerta pero, de alguna manera, su destino habГ­a cambiado. Era como si su madre hubiera intervenido; y Kyle. Su amor la habГ­a traГ­do de vuelta. Eso y, como su madre habГ­a dicho, su propio valor.

Kyra se lamiГі los labios y estaba muy dГ©bil para levantarse. QuerГ­a agradecerle a Kyle, pero su garganta estaba demasiado reseca y las palabras no salГ­an.

“Shh,” dijo él al verla esforzarse, agachándose y besándola en la frente.

“¿Me morí?” pudo ella preguntar finalmente.

Г‰l respondiГі despuГ©s de un largo silencio, con una voz suave pero poderosa.

“Has regresado,” dijo él. “No dejaré que te vayas.”

Era un sentimiento extraГ±o; al verlo a los ojos, sintiГі como si lo conociera desde siempre. Ella lo tomГі de la muГ±eca, apretГЎndosela en seГ±al de agradecimiento. HabГ­a tantas cosas que ella deseaba decirle. QuerГ­a preguntarle por quГ© arriesgarГ­a su vida por ella; por quГ© se preocupaba tanto por ella; por quГ© se sacrificarГ­a para traerla de vuelta. Pues ella de alguna forma sentГ­a que Г©l habГ­a hecho un gran sacrificio, un sacrificio que llegarГ­a a lastimarlo.

Pero mГЎs que nada, querГ­a que supiera lo que ella estaba sintiendo en este momento.

Te amo, deseaba decirle.

Pero las palabras no salГ­an. En vez de eso, el cansancio la venciГі y, mientras cerraba los ojos, no tuvo opciГіn mГЎs que sucumbir. SintiГі cГіmo entraba en un sueГ±o mГЎs y mГЎs profundo mientras el mundo pasaba sobre ella y se preguntГі si estaba muriendo otra vez. ВїEs que habГ­a vuelto tan sГіlo por un momento? ВїHabГ­a vuelto solamente para poder despedirse de Kyle?

Y mientras el sueГ±o profundo finalmente la venciГі, pudo jurar que escuchГі unas Гєltimas palabras antes de perder el conocimiento:

“Yo también te amo.”




CAPГЌTULO CINCO


El bebГ© dragГіn volaba en agonГ­a haciendo un gran esfuerzo con cada aleteo y tratando de mantenerse en el aire. Г‰l volГі, como lo habГ­a hecho durante horas, sobre el campo de Escalon sintiГ©ndose solo y perdido en este mundo cruel en el que habГ­a nacido. Por su mente pasaban imГЎgenes de su padre muriendo en el suelo, con sus grandes ojos cerrГЎndose y siendo apuГ±alado por todos esos soldados humanos. Su padre, a quien no habГ­a tenido la oportunidad de conocer excepto por ese momento de gloriosa batalla; su padre, quien habГ­a muerto salvГЎndolo.

El bebГ© dragГіn sintiГі como si la muerte de su padre hubiera sido la suya propia, y con cada aleteo que daba se sentГ­a mГЎs pesado por la culpa. Si no hubiera sido por Г©l, su padre tal vez seguirГ­a vivo.

El dragГіn volГі desgarrado por el dolor y el remordimiento ante la idea de que nunca tendrГ­a la oportunidad de conocer a su padre, de agradecerle por su desinteresado acto de valor y por salvar su vida. Una parte de Г©l ya no querГ­a seguir viviendo.

Pero otra parte ardГ­a de rabia, estaba desesperada por matar a esos humanos, por vengar la muerte de su padre y destruir la tierra debajo. No sabГ­a en dГіnde se encontraba, pero intuГ­a que se encontraba a ocГ©anos de distancia de su tierra natal. Algunos instintos lo impulsaban a volver a su hogar; pero no sabГ­a en dГіnde estaba ese hogar.

El bebГ© volГі sin destino y perdido en el mundo, respirando fuego en la cima de los ГЎrboles o sobre cualquier cosa que pudiera encontrar. Pronto se quedГі sin fuego, y pronto se encontrГі bajando cada vez mГЎs y mГЎs con cada aleteo de sus alas. TratГі de elevarse, pero descubriГі lleno de pГЎnico que ya no tenГ­a la fuerza para hacerlo. TratГі de esquivar la cima de los ГЎrboles pero sus alas ya no pudieron levantarlo y se estrellГі contra ellas, dolido por todas las viejas heridas que no habГ­an sanado.

RebotГі sobre ellas en agonГ­a y continuГі volando, disminuyendo su elevaciГіn mientras perdГ­a fuerza. Goteaba sangre que caГ­a como gotas de lluvia. Estaba dГ©bil por el hambre, por las heridas y por los miles de golpes por lanzas que habГ­a recibido. QuerГ­a seguir volando y encontrar un objetivo para destruir, pero sintiГі que sus ojos se le cerraban estando ya muy pesados. SintiГі cГіmo perdГ­a por momentos el conocimiento.

El dragГіn supo que estaba muriendo. De cierta manera esto era un alivio; pronto se unirГ­a con su padre.

Se despertГі con el sonido de hojas y ramas rompiГ©ndose y, al sentir que caГ­a por la cima de los ГЎrboles, finalmente abriГі los ojos. Su visiГіn estaba oscurecida en un mundo de verde. Ya sin poder controlarse, sintiГі cГіmo se desplomaba rompiendo las ramas y lastimГЎndose con cada una.

Finalmente se detuvo abruptamente entre dos ramas en la cima de un ГЎrbol, demasiado dГ©bil para moverse. Se quedГі colgando, inmГіvil y con tanto dolor que cada respiraciГіn le dolГ­a mГЎs que la anterior. Estaba seguro de que morirГ­a ahГ­ arriba atrapado entre los ГЎrboles.

Una de las ramas finalmente se quebrГі con un fuerte chasquido y el dragГіn cayГі en picada. CayГі dando vueltas y rompiendo mГЎs ramas por unos cincuenta pies hasta que finalmente llegГі al suelo.

Se quedГі ahГ­ sintiendo sus costillas fracturadas y escupiendo sangre. MoviГі una de sus alas lentamente, pero no pudo hacer nada mГЎs.

Al sentir que la fuerza de vida lo dejaba, sintiГі que era injusto y prematuro. SabГ­a que tenГ­a un destino, pero no podГ­a entender quГ© era. ParecГ­a ser corto y cruel, nacido en este mundo sГіlo para presenciar la muerte de su padre y despuГ©s morir Г©l mismo. Tal vez asГ­ era la vida: cruel e injusta.

Al sentir sus ojos cerrarse por Гєltima vez, la mente del dragГіn se llenГі con un solo pensamiento: Padre, espГ©rame. Te verГ© pronto.




CAPГЌTULO SEIS


Alec estaba en la cubierta a bordo del elegante barco negro y observaba el mar asГ­ como lo habГ­a hecho por dГ­as. Observaba las gigantescas olas que levantaban al pequeГ±o barco de vela y observaba la espuma romperse debajo del compartimiento de carga mientras cortaban por el agua con una velocidad que Г©l nunca habГ­a experimentado. El barco se inclinaba por las velas rГ­gidas con el viento fuerte y constante. Alec lo estudiaba con ojos de artesano, preguntГЎndose de quГ© estaba hecho el barco; claramente estaba elaborado de un material elegante e inusual, uno que no habГ­a visto antes y que les habГ­a permitido mantener la velocidad todo el dГ­a y toda la noche y maniobrar en la oscuridad pasando la flota Pandesiana, salir del Mar de los Lamentos, y hacia el Mar de las LГЎgrimas.

Mientras Alec reflexionaba, recordaba lo angustioso que habГ­a sido el viaje, un viaje de dГ­as y noches sin bajar las velas, las largas noches en el mar negro llenas de sonidos hostiles, del crujir del barco, y de criaturas exГіticas saltando y aleteando. MГЎs de una vez se habГ­a despertado para ver una serpiente resplandeciente tratando de abordar el barco, y despuГ©s al hombre con el que viajaba patearla con su bota.

Pero lo mГЎs misterioso, mГЎs misterioso que todas las criaturas exГіticas del mar, era Sovos, el hombre en el timГіn del barco. Este hombre que habГ­a buscado a Alec en la forja, que lo habГ­a traГ­do en su barco, que lo llevaba a un lugar remoto, un hombre en el que Alec no sabГ­a si era sensato confiar. Por lo pronto al menos Sovos ya habГ­a salvado la vida de Alec. Alec recordГі mirar hacia atrГЎs hacia la ciudad de Ur mientras se alejaban por el mar, sintiendo agonГ­a e impotencia al ver a la flota Pandesiana acercГЎndose. Desde el horizonte habГ­a visto las bolas de caГ±Гіn atravesar el aire, habГ­a escuchado el estruendo lejano, habГ­a visto la caГ­da de los grandes edificios, edificios en los que Г©l mismo habГ­a estado hace apenas unas horas. HabГ­a tratado de bajarse del barco e ir a ayudarles, pero ya estaban demasiado lejos. HabГ­a insistido en que Sovos se diera la vuelta, pero sus ruegos fueron ignorados.

Alec llorГі al pensar en sus amigos que habГ­a dejado atrГЎs, especialmente Marco y Dierdre. CerrГі los ojos y tratГі sin lograrlo de sacudirse la memoria. Su pecho se tensГі al sentir que los habГ­a abandonado a todos.

Lo Гєnico que le permitГ­a a Alec continuar, lo que lo sacaba de su desaliento, era la sensaciГіn de que era necesitado en otra parte tal y como Sovos le habГ­a dicho; que tenГ­a cierto destino y que este le ayudarГ­a a destruir a los Pandesianos en otra parte. DespuГ©s de todo, como Sovos habГ­a dicho, el que hubiera muerto junto con los demГЎs no habrГ­a ayudado a nadie. Aun asГ­, esperaba y rogaba por que Marco y Dierdre hubieran sobrevivido, y que pudiera regresar a tiempo para reunirse con ellos.

Lleno de curiosidad por saber a dГіnde iban, Alec habГ­a bombardeado a Sovos con preguntas, pero este habГ­a mantenido un obstinado silencio dГ­a y noche siempre pegado al timГіn y dГЎndole la espalda a Alec. Alec no podГ­a recordar haberlo visto dormir o comer. Simplemente estaba de pie mirando hacia el mar en sus botas altas de cuero y abrigo de cuero negro, con sus sedas rojas por encima de los hombros y portando una capa con una curiosa insignia. Su pequeГ±a barba castaГ±a y resplandecientes ojos verdes que miraban a las olas como si fueran parte de Г©l hacГ­an que el misterio a su alrededor se profundizara.

Alec observaba al extraГ±o Mar de las LГЎgrimas de color azul claro y sintiГі que lo envolvГ­a una urgencia por saber hacia dГіnde era llevado. Sin poder seguir guardando silencio, se volteГі hacia Sovos desesperado por obtener respuestas.

“¿Por qué yo?” preguntó Alec otra vez rompiendo el silencio, esta vez con la determinación de escuchar una respuesta. “¿Por qué fui elegido de entre toda la ciudad? ¿Por qué tuve que sobrevivir yo? Podrías haber salvado a cien personas más importantes que yo.”

Alec esperГі pero Sovos guardГі silencio, dГЎndole la espalda y examinando el mar.

Alec decidiГі tratar de otra manera.

“¿Hacia dónde vamos?” preguntó Alec otra vez. “¿Y cómo es que este barco puede navegar tan rápido? ¿De qué está hecho?”

Alec observГі la espalda del hombre. Pasaron minutos.

Finalmente el hombre negГі con la cabeza sin darse la vuelta.

“Vas a donde estás destinado a ir, a donde estás destinado a estar. Te elegí porque te necesitamos a ti y no a otro.”

Alec estaba confundido.

“¿Necesitado para qué?” Alec presionó.

“Para destruir a Pandesia.”

“¿Por qué yo?” preguntó Alec. “¿Cómo es que yo puedo ayudar?”

“Todo será claro una vez que lleguemos,” respondió Sovos.

“¿Lleguemos a dónde?” presionó Alec frustrado. “Mis amigos están en Escalon. Personas a las que amo. Una chica.”

“Lo siento,” suspiró Sovos, “pero atrás ya no queda nadie. Todo lo que una vez conociste y amaste se ha ido.”

Entonces hubo un largo silencio y, en medio del silbar del viento, Alec orГі por que estuviera equivocado; aunque en su interior sentГ­a que era verdad. ВїCГіmo podГ­a la vida cambiar tan rГЎpido? se preguntaba.

“Pero tú estás vivo,” continuó Sovos, “y ese es un regalo muy precioso. No lo desaproveches. Puedes ayudar a muchos otros si pasas la prueba.”

Alec frunciГі el ceГ±o.

“¿Qué prueba?” preguntó.

Sovos finalmente se volteГі y lo mirГі con ojos penetrantes.

“Si tú eres el elegido,” dijo, “nuestra causa recaerá sobre tus hombros; pero si no, no nos servirás de nada.”

Alec tratГі de entender.

“Ya hemos navegado por días y no hemos llegado a ninguna parte,” Alec dijo. “Sólo más profundo en el mar. Ya ni siquiera puedo ver a Escalon.”

El hombre sonriГі.

“¿Y a dónde crees que vamos?” le preguntó.

Alec se encogiГі de hombros.

“Parece que vamos al noreste. Tal vez a un lugar cerca de Marda.”

Alec estudiГі el horizonte exasperado.

Sovos finalmente respondiГі.

“Estás muy equivocado, joven amigo,” respondió. “Realmente equivocado.”

Sovos volviГі al timГіn mientras una fuerte rГЎfaga de viento se elevaba haciendo que el barco montara las crestas de las olas del ocГ©ano. Alec mirГі hacia adelante y, por primera vez, se sorprendiГі al ver una pequeГ±a forma en el horizonte.

Se apresurГі hacia adelante lleno de emociГіn mientras tomaba la barandilla.

En la distancia aparecГ­a lentamente una masa de tierra que empezaba a tomar forma. La tierra parecГ­a brillar como si estuviera hecha de diamantes. Alec puso una mano encima de sus ojos tratando de descubrir de quГ© se trataba. ВїQuГ© isla podrГ­a existir aquГ­ en medio de la nada? Puso a trabajar su cerebro pero no pudo recordar ninguna isla en los mapas. ВїEra este algГєn paГ­s del que nunca habГ­a escuchado?

“¿Qué es eso?” preguntó Alec apresurado y lleno de anticipación.

Sovos volteГі y, por primera vez desde que Alec lo habГ­a conocido, sonriГі ampliamente.

“Bienvenido, mi amigo,” dijo, “a las Islas Perdidas.”




CAPГЌTULO SIETE


Aidan estaba atado a un poste sin poder moverse mientras miraba a su padre cerca de Г©l arrodillado y rodeado por soldados Pandesianos. Estaban frente a Г©l levantando sus espadas sobre su cabeza.

“¡NO!” gritó Aidan.

TratГі de liberarse y correr para ayudar a su padre pero, sin importar cuГЎnto lo intentaba, no podГ­a quitarse las cuerdas que lo ataban de tobillos y muГ±ecas. Estaba siendo obligado a ver a su padre arrodillado y con ojos llenos de lГЎgrimas viГ©ndolo fijamente y esperando su ayuda.

“¡Aidan!” gritaba su padre extendiendo una mano hacia él.

“¡Padre!” gritaba Aidan respondiéndole.

Las espadas cayeron y, un momento despuГ©s, el rostro de Aidan se salpicГі de sangre mientras la cabeza de su padre era cortada.

“¡NO!” gritó Aidan sintiendo cómo su vida se colapsaba en él mismo, cómo se hundía en un hoyo negro.

Aidan despertГі repentinamente, agitado y cubierto en sudor frГ­o. Se sentГі en la oscuridad tratando de descubrir en dГіnde estaba.

“¡Padre!” gritó Aidan buscándolo y aún medio dormido, todavía sintiendo una urgencia por salvarlo.

VolteГі hacia los lados sintiendo algo en su rostro y cabello y en todo su cuerpo, y se dio cuenta que apenas podГ­a respirar. Se quitГі algo largo y delgado del rostro y descubriГі que estaba recostado sobre una pila de heno, casi enterrado en ella. Se liberГі de ella mientras se sentaba.

Estaba oscuro y apenas podГ­a distinguir el tenue resplandor de una antorcha por en medio de los tablones; pronto se dio cuenta de que estaba en la parte posterior de un carro. SintiГі un ajetreo a su lado y volteГі para descubrir con alivio que era Blanco. El gran perro saltГі en el carro a su lado y lamiГі su rostro mientras Aidan lo abrazaba.

Aidan respirГі agitadamente todavГ­a exaltado por el sueГ±o. HabГ­a parecido muy real. ВїHabГ­a sido su padre realmente asesinado? TratГі de pensar en la Гєltima vez que lo vio en el patio real, emboscado y rodeado. RecordГі tratar de ayudarle y despuГ©s ser atrapado por Motley en la oscuridad de la noche. RecordГі que Motley lo habГ­a puesto en este carro y cГіmo avanzaban por la callejuelas de Andros para escapar.

Esto explicaba el carro. ВїPero a dГіnde habГ­an ido? ВїA dГіnde lo habГ­a llevado Motley?

Una puerta se abriГі y una antorcha encendida iluminГі la habitaciГіn. Aidan finalmente pudo ver en dГіnde estaba: una pequeГ±a habitaciГіn de piedra con techo bajo y arqueado que parecГ­a una pequeГ±a cabaГ±a o taberna. MirГі a Motley de pie en la entrada y con su silueta resaltada por la luz.

“Sigue gritando de esa manera y los Pandesianos nos encontrarán,” le advirtió Motley.

Motley se dio la vuelta y regresГі a la habitaciГіn bien iluminada a la distancia, y Aidan rГЎpidamente se bajГі del carro y lo siguiГі con Blanco a su lado. Mientras Aidan entraba en la brillante habitaciГіn, Motley rГЎpidamente cerrГі la gruesa puerta de roble y la asegurГі varias veces.

Aidan observГі mientras sus ojos se ajustaban a la luz y reconociГі varios rostros familiares: los amigos de Motley; los actores, todos los artistas callejeros. Todos estaban aquГ­ escondiГ©ndose y seguros en esta pequeГ±a taberna sin ventanas. Todos los rostros, antes festivos, estaban ahora tristes y sombrГ­os.

“Los Pandesianos están en todas partes,” dijo Motley a Aidan. “Mantén la voz baja.”

Aidan, avergonzado, ni siquiera se habГ­a dado cuenta de que estaba gritando.

“Lo siento,” dijo. “Tuve una pesadilla.”

“Todos tenemos pesadillas,” respondió Motley.

“Estamos viviendo en una,” añadió otro actor con el rostro apagado.

“¿En dónde estamos?” preguntó Aidan viéndose confundido.

“En una taberna,” respondió Motley, “en la esquina más lejana de Andros. Seguimos escondiéndonos en la capital. Los Pandesianos patrullan las afueras. Ya han pasado por aquí varias veces, pero no han entrado; y no lo harán mientras guardes silencio. Estamos seguros aquí.”

“Por ahora,” dijo otro de sus amigos con escepticismo.

Aidan, sintiendo una urgencia de ayudar a su padre, tratГі de recordar.

“Mi padre,” dijo. “¿Está…muerto?”

Motley negГі con la cabeza.

“No lo sé. Se lo llevaron. Eso es lo último que supe de él.”

Aidan sintiГі una oleada de resentimiento.

“¡Tú me alejaste!” dijo con enojo. “No tenías que hacerlo. ¡Le hubiera ayudado!”

Motley se sobГі la barbilla.

“¿Y cómo hubieras podido hacer eso?”

Aidan se encogiГі de hombros tratando de pensar.

“No lo sé,” respondió. “De alguna manera.”

Motley asintiГі.

“Lo hubieras intentado,” aceptó. “Y ahora también estarías muerto.”

“¿Entonces está muerto?” preguntó Aidan sintiendo que el corazón se le retorcía.

Motley se encogiГі de hombros.

“No cuando nos fuimos,” dijo Motley. “Ahora no lo sé. Ya no tenemos amigos ni espías en la ciudad; ha sido invadida por los Pandesianos. Todos los hombres de tu padre están encarcelados. Me temo que estamos a la merced de Pandesia.”

Aidan apretГі sus puГ±os al pensar en su padre pudriГ©ndose en una celda.

“Debo salvarlo,” declaró Aidan llenándose de un sentido de propósito. “No puedo permitir que siga allí. Debo irme de aquí cuanto antes.”

Aidan se puso de pie y se apresurГі hacia la puerta quitando los seguros cuando Motley apareciГі, se parГі a su lado, y puso su pie frente a la puerta antes de que pudiera abrirla.

“Vete ahora,” dijo Motley, “y harás que nos maten a todos.”

Aidan mirГі a Motley y por primera vez vio una expresiГіn seria en su rostro; entonces supo que tenГ­a razГіn. TenГ­a un nuevo sentido de gratitud y respeto por Г©l; despuГ©s de todo, Г©l habГ­a salvado su vida. Aidan siempre se lo agradecerГ­a. Pero al mismo tiempo sintiГі un deseo ardiente de rescatar a su padre y sabГ­a que cada segundo contaba.

“Dijiste que habría otra manera,” dijo Aidan recordándolo. “Que habría otra manera de salvarlo.”

Motley asintiГі.

“Lo hice,” admitió Motley.

“¿Eran sólo palabras vacías?” preguntó Aidan.

Motley suspirГі.

“¿Qué es lo que propones?” preguntó él exasperado. “Tu padre está en el corazón de la capital, en el calabozo real, custodiado por todo el ejército Pandesiano. ¿Debemos tan sólo ir y tocar a la puerta?”

Aidan se quedГі de pie tratando de pensar en algo. SabГ­a que era una tarea de enormes proporciones.

“Debe haber hombres que puedan ayudarnos” dijo Aidan.

“¿Quiénes?” dijo otro de los actores. “Todos esos hombres leales a tu padre fueron capturados junto con él.”

“No todos,” respondió Aidan. “Seguramente algunos de sus hombres no estaban ahí. ¿Y los jefes militares leales a él fuera de la capital?”

“Tal vez.” replicó Motley. “¿Pero dónde están ahora?”

Aidan se desesperГі sintiendo como si Г©l estuviera encarcelado en lugar de su padre.

“No podemos sólo sentarnos sin hacer nada,” exclamó Aidan. “Si no me ayuda, iré yo solo. No me importa si muero. No puedo sentarme aquí mientras mi padre está en prisión. Y mis hermanos…” dijo Aidan y empezó a llorar abrumado por las emociones al recordar la muerte de sus dos hermanos.

“Ahora no tengo a nadie,” dijo.

Entonces negГі con la cabeza. RecordГі a su hermana, Kyra, y rogГі con todo lo que tenГ­a que estuviera a salvo. DespuГ©s de todo, ella era todo lo que le quedaba.

Mientras Aidan lloraba avergonzado, Blanco se acercГі y le puso la cabeza junto a su pierna. EscuchГі fuertes pisadas atravesando por el crujiente piso de madera y sintiГі una gruesa mano posГЎndose en su hombro.

Se volteГі y mirГі a Motley observГЎndolo con compasiГіn.

“Falso,” dijo Motley. “Nos tienes a nosotros. Ahora nosotros somos tu familia.”

Motley se dio la vuelta y les hizo una seГ±al a los demГЎs, y Aidan vio a todos los actores y animadores observГЎndolo con seriedad, docenas de ellos, con compasiГіn en sus ojos mientras asentГ­an con la cabeza. Se dio cuenta de que, a pesar de que no eran guerreros, eran personas de bien corazГіn. Tuvo un nuevo respeto por ellos.

“Gracias,” dijo Aidan. “Pero todos ustedes son actores. Lo que necesito son guerreros. Ustedes no pueden ayudarme a recuperar a mi padre.”

Motley de repente tuvo una mirada en sus ojos, como si hubiera tenido una idea, y sonriГі ampliamente.

“Estás muy equivocado, joven Aidan,” respondió.

Aidan pudo ver que los ojos de Motley brillaban y supo que estaba pensando en algo.

“Los guerreros tienen cierta habilidad,” dijo Motley, “pero los artistas tienen sus propias habilidades. Los guerreros pueden ganar por la fuerza; pero los artistas pueden ganar por otros medios incluso más poderosos.”

“No entiendo,” dijo Aidan confundido. “No puedes sacar a mi padre de prisión haciéndolo reír.”

Motley rio fuertemente.

“De hecho,” respondió, “Creo que sí puedo.”

Aidan lo mirГі con confusiГіn.

“¿A qué te refieres?” le preguntó.

Motley se sobГі la barbilla y sus ojos se perdieron claramente pensando en un plan.

“Ahora los guerreros no pueden caminar libremente por la capital; o ir a ningún lugar cerca de la entrada. Pero los artistas no tienen restricciones.”

Aidan estaba confundido.

“¿Por qué dejaría Pandesia que los artistas fueran al corazón de la capital?” preguntó Aidan.

Motley sonriГі y negГі con la cabeza.

“Aún no sabes cómo funciona el mundo, muchacho,” respondió Motley. “A los guerreros se les permite ir a lugares limitados en tiempos limitados. Pero los artistas pueden ir a cualquier lugar y a cualquier hora. Todos necesitan entretenimiento, los Pandesianos igual que los Escalonianos. Después de todo, un soldado aburrido es un soldado peligroso en cualquier parte del reino, y el estado de orden debe ser mantenido. Los artistas siempre han sido clave en mantener a las tropas felices y en controlar a un ejército.”

Motley sonriГі.

“Lo vez, joven Aidan,” dijo, “no son los comandantes los que controlan a los ejércitos, sino nosotros. Simples artistas. Esos de la clase a la que desprecias tanto. Nos elevamos sobre las batallas y cruzamos las líneas enemigas. A nadie le importa la armadura que traiga; sólo les importa lo buenas que sean mis historias. Y tengo unas historias muy finas, muchacho, más que finas que las que nunca escucharás.”

Motley se dirigiГі a la habitaciГіn con voz fuerte:

“¡Vamos a realizar una obra de teatro! ¡Todos nosotros!”

Todos los actores en la habitaciГіn de repente se animaron y empezaron a vitorear, levantando sus pies y con la esperanza regresando a sus apagados ojos.

“¡Realizaremos nuestra obra justo en el corazón de la capital! ¡Será la más grande actuación que estos Pandesianos hayan visto! Y más importante, la mayor distracción. Cuando llegue el momento, cuando la ciudad esté en nuestras manos y los cautivemos a todos con nuestra gran presentación, actuaremos. Y encontraremos una manera de liberar a tu padre.”

Los hombres vitorearon y Aidan, por primera vez, sintiГі alivio en su corazГіn y una nueva sensaciГіn de optimismo.

“¿Realmente crees que funcionará?” preguntó Aidan.

Motley sonriГі.

“Chico, cosas más descabelladas,” dijo, “ya han pasado.”




CAPГЌTULO OCHO


Duncan trataba de ignorar el dolor mientras entraba y salГ­a del sueГ±o. Estaba de espaldas contra la pared de piedra y los grilletes le cortaban tobillos y muГ±ecas manteniГ©ndolo despierto. MГЎs que nada, deseaba agua. Su garganta estaba tan reseca que no podГ­a tragar, y tan ГЎspera que le dolГ­a el respirar. No podГ­a recordar cuГЎntos dГ­as habГ­an pasado desde que habГ­a tenido un trago, y se sentГ­a tan dГ©bil por el hambre que apenas podГ­a moverse. SabГ­a que se estaba desgastando aquГ­ abajo y que si el verdugo no venГ­a por Г©l pronto, el hambre lo acabarГ­a.

Duncan perdГ­a el conocimiento por ratos al igual que los otros dГ­as, y el dolor era tan constante que ya casi se habГ­a convertido en parte de Г©l. Tuvo algunas visiones de su juventud, de momentos que habГ­a pasado en campo abierto, en campos de entrenamiento y en la batalla. TenГ­a memorias de sus primeras batallas, cuando Escalon era libre y floreciente. Pero estas siempre se veГ­an interrumpidas por los rostros de sus dos hijos muertos elevГЎndose frente a Г©l y persiguiГ©ndolo. Estaba destrozado por la agonГ­a y, sacudiendo la cabeza, tratГі sin lograrlo de despejar su mente.

Duncan pensГі en el hijo que le quedaba, Aidan, y desesperadamente deseГі que estuviera seguro en Volis y que los Pandesianos no hubieran llegado ahГ­ todavГ­a. Su mente entonces se enfocГі en Kyra. La recordГі como una niГ±a joven y recordГі el orgullo que habГ­a sentido al criarla. PensГі en su viaje a travГ©s de Escalon y se preguntaba si habrГ­a llegado a Ur, si habГ­a conocido a su tГ­o y si ahora estaba segura. Ella era parte de Г©l, la Гєnica parte de Г©l que importaba ahora, y su seguridad importaba mГЎs que el que Г©l siguiera con vida. ВїVolverГ­a a verla otra vez? se preguntaba. Deseaba verla, pero tambiГ©n deseaba que se mantuviera lejos de ese lugar y en seguridad.

La puerta de la celda se abriГі repentinamente y Duncan observГі sorprendido en medio de la oscuridad. Botas se acercaron en la oscuridad y, mientras escuchaba la marcha, Duncan supo que no eran las botas de Enis. Su oГ­do se habГ­a vuelto mГЎs agudo en la oscuridad.

Mientras el soldado se acercaba, Duncan pensГі que venГ­a a torturarlo o matarlo. Duncan estaba listo. PodГ­an hacer con Г©l lo que desearan; pues en el interior ya estaba muerto.

Duncan abriГі sus pesados ojos y mirГі hacia arriba con toda la dignidad que pudo recobrar para ver quiГ©n se acercaba. Se impactГі al ver el rostro del hombre al que odiaba mГЎs: Bant de Barris. El traidor. El hombre que habГ­a matado a sus dos hijos.

Duncan lo mirГі con recelo mientras Bant se acercaba con una sonrisa de satisfacciГіn en su rostro y se arrodillaba frente a Г©l. Se preguntaba con quГ© motivo habГ­a venido esta criatura.

“¿Qué pasó con todo tu poder, Duncan?” preguntó Bant a un pie de distancia. Se quedó ahí con las manos en las caderas, bajo y fornido, con sus labios estrechos, ojos pequeños y brillantes y con el rostro marcado por la viruela.

Duncan tratГі de lanzarse sobre Г©l deseando destrozarlo; pero sus cadenas lo detuvieron.

“Pagarás por mis muchachos,” dijo Duncan ahogándose, con la garganta tan seca que no pudo decirlo con la rabia que deseaba.

Bant rio con un sonido corto y crudo.

“¿A sí?” se burló. “Tú tendrás tu último aliento aquí abajo. Yo maté a tus hijos y puedo matarte a ti también si lo deseo. Ahora tengo el respaldo de Pandesia después de mi muestra de lealtad. Pero no te mataré. Eso sería muy amable. Mejor ver cómo te desgastas.”

Duncan sintiГі una rabia frГ­a creciendo dentro de Г©l.

“¿Entonces a qué has venido?”

Bant oscureciГі.

“Puedo venir por cualquier razón que desee,” se rio, “o sin razón alguna. Puedo venir simplemente a mirarte, a burlarme, a ver los frutos de mi victoria.”

SuspirГі.

“Y sin embargo, sí tengo una razón para visitarte. Hay algo que deseo de ti. Y hay una cosa que te puedo dar.”

Duncan lo mirГі con escepticismo.

“Tu libertad,” Bant añadió.

Duncan lo observГі con confusiГіn.

“¿Y por qué harías eso?” le preguntó.

Bant suspirГі.

“Como verás, Duncan,” le dijo, “tú y yo no somos tan diferentes. Ambos somos guerreros. De hecho, tú eres un hombre al que siempre he respetado. Tus hijos merecían morir, eran fanfarrones imprudentes. Pero a ti,” dijo, “siempre te he respetado. Tú no deberías estar aquí.”

Se detuvo a examinarlo.

“Entonces esto es lo que haré,” continuó. “Confesarás públicamente tus crímenes contra nuestra nación y exhortaras a los habitantes de Andros a que cedan a la gobernación Pandesiana. Si lo haces, entonces haré que Pandesia te deje libre.”

Duncan se quedГі inmГіvil, tan furioso que no supo quГ© decir.

“¿Así que ahora eres un títere para los Pandesianos?” Duncan le preguntó finalmente, furioso. “¿Tratas de impresionarlos, de mostrarles que puedes controlarme?”

Bant se burlГі.

“Hazlo, Duncan,” respondió. “Aquí abajo no le sirves a nadie, y mucho menos a ti. Dile al Supremo Ra lo que quiere oír, confiesa lo que has hecho y trae paz a esta ciudad. Nuestra capital ahora necesita paz y tú eres el único que puede lograrlo.”

Duncan respirГі profundo varias veces hasta que tuvo la fuerza para hablar.

“Nunca,” respondió.

Bant enfureciГі.

“Ni por mi libertad,” Duncan continuó, “ni por mi vida, ni por ninguna otra cosa.”

Duncan lo miró, sonriendo con satisfacción al ver que Bant enrojecía, hasta que finalmente añadió: “Pero ten la seguridad de algo: si llego a escapar de aquí, mi espada encontrará un lugar en tu corazón.”

DespuГ©s de un largo y aturdidor silencio, Bant se levantГі, frunciГі el ceГ±o, volteГі hacia Duncan y negГі la cabeza.

“Hazme un favor y vive unos cuantos días más,” dijo, “para que pueda estar aquí y ver tu ejecución.”




CAPГЌTULO NUEVE


Dierdre remГі con todas sus fuerzas con Marco a su lado, los dos de ellos cortando rГЎpidamente por el canal y regresando al mar al lugar en el que por Гєltima vez habГ­a visto a su padre. Su corazГіn estaba partido por la ansiedad al recordar la Гєltima vez que lo habГ­a visto, recordando su valiente ataque contra el ejГ©rcito Pandesiano a pesar de las aplastantes probabilidades en contra. CerrГі los ojos tratando de quitarse esa imagen y remГі mГЎs rГЎpido mientras oraba al mismo tiempo por que siguiera vivo. Todo lo que deseaba era volver a tiempo para salvarlo; y si no, al menos tener la oportunidad de morir a su lado.

Junto a ella, Marco remaba igual de rГЎpido y ella lo miraba con gratitud y duda.

“¿Por qué?” preguntó ella.

Г‰l se dio la vuelta y la mirГі.

“¿Por qué me seguiste?” presionó ella.

Г‰l la mirГі en silencio y despuГ©s se volteГі.

“Pudiste haber ido con los otros allá atrás,” añadió ella. “Pero elegiste no hacerlo. Elegiste venir conmigo.”

Г‰l mirГі directamente hacia adelante y siguiГі remando en silencio.

“¿Por qué?” insistió ella desesperada por saber y remando furiosamente.

“Porque mi amigo te admiraba mucho,” dijo Marco. “Y eso es suficiente para mí.”

Dierdre remГі mГЎs fuerte doblando por uno de los canales y sus pensamientos se voltearon hacia Alec. Estaba muy decepcionada de Г©l. Los habГ­a abandonado a todos y se habГ­a ido de Ur con ese hombre misterioso antes de la invasiГіn. ВїPor quГ©? Se preguntaba. HabГ­a estado tan centrado en la causa, en la forja, y ella estaba segura que Г©l serГ­a la Гєltima persona en irse en tiempos de necesidad. Pero aun asГ­ lo habГ­a hecho cuando mГЎs lo necesitaban.

Esto hizo que Dierdre reexaminara sus sentimientos por Alec a quien, despuГ©s de todo, ella apenas conocГ­a; y esto hizo que tuviera sentimientos mГЎs fuertes por Marco, que se habГ­a sacrificado por ella. Ya sentГ­a un fuerte lazo con Г©l. Mientras las bolas de caГ±Гіn continuaban pasando sobre sus cabezas y edificios eran destruidos, Dierdre se preguntГі si Marco realmente sabГ­a en quГ© se estaba metiendo. ВїSabrГ­a que al unГ­rsele y regresar al centro del caos no habrГ­a marcha atrГЎs?

“Sabes que remamos hacia la muerte, ¿verdad?” dijo ella. “Mi padre y sus hombres están en esa playa pasando el muro de escombros, y mi intención es encontrarlo y pelear a su lado.”

Marco asintiГі.

“¿Crees que regresé a esta ciudad para vivir?” preguntó él. “Si quisiera huir, tuve mi oportunidad.”

Satisfecha y conmovida por su fuerza, Dierdre continuГі remando y ambos guardaron silencio, esquivando los escombros que caГ­an mientras se acercaban a la playa.

Finalmente dieron vuelta en una esquina y ella pudo ver el muro de escombros en donde por Гєltima vez habГ­a visto a su padre; y justo del otro lado estaban las naves negras. SabГ­a que del otro lado estaba la playa en la que Г©l peleaba con los Pandesianos, y remГі con todas sus fuerzas mientras el sudor le caГ­a en el rostro, ansiosa por llegar a tiempo. EscuchГі los sonidos de la pelea, de hombres gimiendo y muriendo, y orГі por que no fuera muy tarde.

Apenas habГ­a llegado el bote a la orilla del canal cuando ella saltГі y corriГі hacia el muro con Marco siguiГ©ndola de cerca. CorriГі por entre las grandes rocas raspГЎndose codos y rodillas pero sin que esto le importara. QuedГЎndose sin aliento, subiГі y resbalГі por las rocas pensando sГіlo en su padre, en llegar al otro lado, y apenas si comprendГ­a que estos escombros fueron en una ocasiГіn los grandes edificios de Ur.

MirГі por sobre su hombro al escuchar los gritos y, teniendo una posiciГіn elevada para ver todo Ur desde aquГ­, se consternГі al ver media ciudad en ruina. Los edificios estaban derribados, habГ­a montaГ±as de escombros en las calles y todo estaba cubierto por una nube de polvo. Vio a la gente de Ur huir por sus vidas en todas direcciones.

Se dio la vuelta y continuГі escalando yendo en direcciГіn opuesta a la gente, deseando entrar en la batalla en vez de huir de ella. Finalmente llegГі a la cima del muro de roca y, al observar, su corazГіn se paralizГі. Se quedГі congelada en su lugar e incapaz de moverse. Esto no se parecГ­a nada a lo que estaba esperando.

Dierdre esperaba ver una gran batalla desarrollГЎndose ahГ­ abajo, ver a su padre peleando valientemente y con sus hombres a su lado. Esperaba poder correr y unГ­rsele, salvarlo, pelear a su lado.

Pero en vez de eso, lo que vio la hizo querer desplomarse y morir.

AhГ­ estaba su padre, con el rostro en la arena, en un charco de sangre y con un hacha en la espalda.

Muerto.

Todo a su alrededor habГ­a docenas de soldados muertos tambiГ©n. Miles de soldados Pandesianos salГ­an de los barcos como hormigas, esparciГ©ndose y cubriendo la playa, apuГ±alando cada cuerpo para asegurarse de que estuviera muerto. Pisaron el cuerpo de su padre y de los otros mientras se dirigГ­an hacia el muro de escombros y hacia ella.

Dierdre mirГі hacia abajo al escuchar ruido y vio que algunos Pandesianos ya estaban ahГ­, escalando y dirigiГ©ndose hacia ella a unos treinta pies de distancia.

Dierdre, llena de desesperaciГіn, angustia y rabia, se hizo hacia adelante y arrojГі su lanza hacia el primer Pandesiano que vio subir. Este volteГі hacia arriba claramente sin esperar que alguien estuviera encima del muro, sin esperar que nadie fuera tan descabellado como para encararse con el ejГ©rcito invasor. La lanza de Dierdre lo impactГі en el pecho haciendo que resbalara y cayera llevando a otros soldados con Г©l.

Los otros soldados se juntaron y levantaron sus lanzas arrojГЎndoselas a ella. PasГі tan rГЎpido que Dierdre se congelГі indefensa deseando ser atravesada y lista para morir. Deseaba morir. HabГ­a llegado muy tarde; su padre estaba muerto allГЎ abajo y ahora ella, abrumada por la culpa, deseaba morir con Г©l.

“¡Dierdre!” gritó una voz.

Dierdre escuchГі a Marco a su lado y un momento despuГ©s sintiГі cГіmo la tomaba y la jalaba hacia el otro lado del escombro. Las lanzas pasaron sobre su cabeza justo donde ella habГ­a estado parada, y esto hizo que ella tropezara y resbalara bajando la pila de escombros junto con Marco.

SintiГі un terrible dolor mientras los dos daban vueltas por los escombros de piedra que los golpeaban en las costillas y todo el cuerpo, raspГЎndolos y cortГЎndolos en todas partes hasta que finalmente se detuvieron.

Dierdre se quedГі recostada por un momento respirando con dificultad, sintiendo que habГ­a perdido el aliento y preguntГЎndose si habГ­a muerto. Apenas si se dio cuenta de que Marco acababa de salvarle la vida.

Marco, recuperГЎndose rГЎpidamente, la tomГі y la hizo que se pusiera de pie. Corrieron juntos tropezando y con dolor en todo el cuerpo, alejГЎndose del muro y regresando a las calles de Ur.

Dierdre mirГі por sobre su hombro y vio que los Pandesianos ya estaban llegando a la cima. Vio cГіmo levantaban arcos y empezaban a disparar flechas, haciendo que lloviera muerte sobre la ciudad.

Dierdre escuchГі gritos todo alrededor mientras las personas caГ­an por las flechas y lanzas que oscurecГ­an el cielo. Dierdre vio una flecha que venГ­a directamente hacia Marco y ella lo tomГі y jalГі quitГЎndolo de en medio y hacia un muro de roca. Se escucharon las flechas golpeando la piedra detrГЎs de ellos y Marco la mirГі con gratitud.




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